Ausencia
Sólo tú, sólo tú, yo me decía después de que te fuiste. Solamente tú, con tus ojos, con tu bella frente, con tu suave sonrisa, y sólo mía.
Torné a mirar la estancia, ya vacía, la luz que tú dejaste, indiferente, y una como orfandad en el ambiente que a todos tus recuerdos trascendía.
Más, pasadas las horas, cuando vino la sombra, entre las cosas inconcretas, y el pálido horizonte ultramarino,
volviste a aparecer, mucho más viva, en un suave perfume de violetas y en la luz de la tarde pensativa